Noti Resumido

Trump, genocida


Edecio Polanski
La real academia española define el GENOCIDIO como "el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad". Y eso es precisamente lo que trata de hacer el régimen totalitario de Donald Trump contra la población de la mayor de las antillas.

Luego del respiro que la isla tuvo con los convenios con Obama a mediados de la década, el ascenso de Trump al poder no solo significó la continuación del bloqueo que por casi un siglo EEUU ha mentenido contra la isla en represalia por el derrocamiento de la sanguinaria dictadura de Batista, un "aliado" del poder estadounidense. También significó el recrudecimiento de las prácticas genocidas ensayadas contra la isla, entre ellas las que apuntan ya no a aislarla sino a matar a su gente a través de la aplicación de medidas ilegales para privar a Cuba de combustibles e insumos de todo tipo, no producidos en el país. 

Tal medida contra el suministro de combustible ha llevado a que la isla presente problemas con el suministro eléctrico, algo que se creía superado, debido a que el país no produce combustible en la cantidad que demanda su economía y población, por lo que tiene que depender de su importación la cual se ha visto torpedeada por las medidas de quiebre inducido mediante sanciones aplicadas a Venezuela, y las medidas coercitivas unilaterales adicionales aplicadas contra los buques que transportan petróleo y derivados venezolanos a Cuba. Todo en la dirección de provocar crisis, hambre y muerte en Cuba y también en Venezuela, cuyos gobiernos independientes EEUU se niega a reconocer. 

Las medidas de  castigo contra naciones pequeñas son cosa antigua en la doctrina de seguridad nacional de la potencia estadounidense. Dichas medidas se han aplicado vez tras vez a naciones como Irak, Irán, Cuba, Corea, Vietnam, Nicaragua, Venezuela y otras, teniendo siempre el mismo resultado: muerte y sufrimiento de los ciudadanos de ese país, primitivización de las economías atacadas y nulo resultado político al no conseguir entronizar a los representantes de los intereses de la potencia genocida en el poder, como ha sido el anhelo declarado cada vez que se han aplicado. 

Dichas medidas ilegales tienen dos vertientes propagandísticas. La primera es la propaganda de la potencia agresora y los medios de comunicación dependientes y entrelazados con su política exterior: Reuters, AP, AFP, EFE, CNN, etc. La segunda vertiente está constituidas por los operadores internos, que desde dentro de la nación agredida defienden como buena la agresión, logrando que un sector variable de la población acepte la propaganda como verdad y rechace la verdad como propaganda. En el interín se valen de todo tipo de argucias: reliogiones, tradiciones, influencers, etc. El objetivo es mantener a la defensiva a las autoridades del país atacado, aplicando un tratamiento permanente de exaltación, shock y angustia colectiva que ablande y haga permeable a la influencia propagandística la mente de las personas, ingresándolas a una especie de secta donde lo que se defiende tiende a parecer más una fe a medida que las "verdades" colisionan con la realidad. 

No es solo Cuba
Me he referido de entrada a Cuba y a lo que Trump hace con su población. Pero Cuba es solo uno de los países agredidos actualmente por EEUU. Venezuela e Irán constituyen dos ejemplos de naciones a las cuales EEUU y sus operadores han tratado por todos los medios de destruir su economía, hacer quebrar la dignidad de la mayoría de sus pueblos y caracterizarlas como estados canallas. 

A Irán que ha acabado con el Estado Islámico financiado por EEUU para destruir Siria, Libia y resto de Medio Oriente, se le califica de "patrocinador del terrorismo" y se le castiga declarando sin sonrojo que quieren llevar su producción petrolera a cero para vele el hueso a su economía. 

A Venezuela, que no produce ni un gramo de droga, que no tiene carteles, si no en la imaginación malévola de algunos, se le acusa de proteger e incentivar el narcotráfico, como si la gente no pensara y entendiera que con 9 bases militares, la CIA, la DEA y las demás 16 agencias de inteligencia estadounidense metidas de lleno en suelo neogranadino, algo deben estar ayudando los EEUU para que la producción de cocaína en Colombia se haya incrementado desde que se comenzó a aplicar el Plan Colombia hace dos décadas. Y la producción aumente año tras año. 

Incluso que Elliot Abrams sea el "enviado especial de EEUU para Venezuela", da mucho que pensar. Abrams conspiró y pactó con Noriega para comprar droga al cartel de Medellín, transportarla a EEUU, distribuirla en las calles de EEUU, comprar armas con el dinero resultante y entregar esas armas a la Contra Nicaragüense, durante la guerra que EEUU inventó contra Nicaragua en los años 1980. Recordemos que los sandinistas derrocaron al sanguinario dictador Anastacio Somoza, cuyos antecesores habían gobernado matando gente inocente desde antes de los tiempos en los que EEUU tendió trampa al general Sandino para asesinarlo a principios del siglo XX. Un alto cargo estadounidense incluso llegó a decir que Somoza era un hijo de puta, "pero es nuestro hijo de puta". Tal es el nivel ético de la política exterior estadounidense ayer y ahora. 

Entoces no resulta descabellado pensar que Abrams esté haciendo ahorita lo mismo. Pactando envíos de drogas para financiar a Guaidó, vinculado por fotos originales al Cartel del Golfo, o a quien EEUU crea conveniente cuando ya no le resulte útil para sus intereses. Es lo desagradable de ser un lacayo, Puede que no te dé pena delante de tu pueblo, pero a EEUU no le importas si no mientras le seas útil. Un lacayo siempre es desechable. Si no lo crees,  solo piensa en Noriega, colocado como presidente por la CIA, o en Husein, también colocado en el poder por EEUU y luego asesinado brutalmente por ese mismo país. 

Trump y la política exterior de EEUU son genocidas. No cabe duda, Sobran pruebas.

Trump el genocida

Trump, genocida


Edecio Polanski
La real academia española define el GENOCIDIO como "el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad". Y eso es precisamente lo que trata de hacer el régimen totalitario de Donald Trump contra la población de la mayor de las antillas.

Luego del respiro que la isla tuvo con los convenios con Obama a mediados de la década, el ascenso de Trump al poder no solo significó la continuación del bloqueo que por casi un siglo EEUU ha mentenido contra la isla en represalia por el derrocamiento de la sanguinaria dictadura de Batista, un "aliado" del poder estadounidense. También significó el recrudecimiento de las prácticas genocidas ensayadas contra la isla, entre ellas las que apuntan ya no a aislarla sino a matar a su gente a través de la aplicación de medidas ilegales para privar a Cuba de combustibles e insumos de todo tipo, no producidos en el país. 

Tal medida contra el suministro de combustible ha llevado a que la isla presente problemas con el suministro eléctrico, algo que se creía superado, debido a que el país no produce combustible en la cantidad que demanda su economía y población, por lo que tiene que depender de su importación la cual se ha visto torpedeada por las medidas de quiebre inducido mediante sanciones aplicadas a Venezuela, y las medidas coercitivas unilaterales adicionales aplicadas contra los buques que transportan petróleo y derivados venezolanos a Cuba. Todo en la dirección de provocar crisis, hambre y muerte en Cuba y también en Venezuela, cuyos gobiernos independientes EEUU se niega a reconocer. 

Las medidas de  castigo contra naciones pequeñas son cosa antigua en la doctrina de seguridad nacional de la potencia estadounidense. Dichas medidas se han aplicado vez tras vez a naciones como Irak, Irán, Cuba, Corea, Vietnam, Nicaragua, Venezuela y otras, teniendo siempre el mismo resultado: muerte y sufrimiento de los ciudadanos de ese país, primitivización de las economías atacadas y nulo resultado político al no conseguir entronizar a los representantes de los intereses de la potencia genocida en el poder, como ha sido el anhelo declarado cada vez que se han aplicado. 

Dichas medidas ilegales tienen dos vertientes propagandísticas. La primera es la propaganda de la potencia agresora y los medios de comunicación dependientes y entrelazados con su política exterior: Reuters, AP, AFP, EFE, CNN, etc. La segunda vertiente está constituidas por los operadores internos, que desde dentro de la nación agredida defienden como buena la agresión, logrando que un sector variable de la población acepte la propaganda como verdad y rechace la verdad como propaganda. En el interín se valen de todo tipo de argucias: reliogiones, tradiciones, influencers, etc. El objetivo es mantener a la defensiva a las autoridades del país atacado, aplicando un tratamiento permanente de exaltación, shock y angustia colectiva que ablande y haga permeable a la influencia propagandística la mente de las personas, ingresándolas a una especie de secta donde lo que se defiende tiende a parecer más una fe a medida que las "verdades" colisionan con la realidad. 

No es solo Cuba
Me he referido de entrada a Cuba y a lo que Trump hace con su población. Pero Cuba es solo uno de los países agredidos actualmente por EEUU. Venezuela e Irán constituyen dos ejemplos de naciones a las cuales EEUU y sus operadores han tratado por todos los medios de destruir su economía, hacer quebrar la dignidad de la mayoría de sus pueblos y caracterizarlas como estados canallas. 

A Irán que ha acabado con el Estado Islámico financiado por EEUU para destruir Siria, Libia y resto de Medio Oriente, se le califica de "patrocinador del terrorismo" y se le castiga declarando sin sonrojo que quieren llevar su producción petrolera a cero para vele el hueso a su economía. 

A Venezuela, que no produce ni un gramo de droga, que no tiene carteles, si no en la imaginación malévola de algunos, se le acusa de proteger e incentivar el narcotráfico, como si la gente no pensara y entendiera que con 9 bases militares, la CIA, la DEA y las demás 16 agencias de inteligencia estadounidense metidas de lleno en suelo neogranadino, algo deben estar ayudando los EEUU para que la producción de cocaína en Colombia se haya incrementado desde que se comenzó a aplicar el Plan Colombia hace dos décadas. Y la producción aumente año tras año. 

Incluso que Elliot Abrams sea el "enviado especial de EEUU para Venezuela", da mucho que pensar. Abrams conspiró y pactó con Noriega para comprar droga al cartel de Medellín, transportarla a EEUU, distribuirla en las calles de EEUU, comprar armas con el dinero resultante y entregar esas armas a la Contra Nicaragüense, durante la guerra que EEUU inventó contra Nicaragua en los años 1980. Recordemos que los sandinistas derrocaron al sanguinario dictador Anastacio Somoza, cuyos antecesores habían gobernado matando gente inocente desde antes de los tiempos en los que EEUU tendió trampa al general Sandino para asesinarlo a principios del siglo XX. Un alto cargo estadounidense incluso llegó a decir que Somoza era un hijo de puta, "pero es nuestro hijo de puta". Tal es el nivel ético de la política exterior estadounidense ayer y ahora. 

Entoces no resulta descabellado pensar que Abrams esté haciendo ahorita lo mismo. Pactando envíos de drogas para financiar a Guaidó, vinculado por fotos originales al Cartel del Golfo, o a quien EEUU crea conveniente cuando ya no le resulte útil para sus intereses. Es lo desagradable de ser un lacayo, Puede que no te dé pena delante de tu pueblo, pero a EEUU no le importas si no mientras le seas útil. Un lacayo siempre es desechable. Si no lo crees,  solo piensa en Noriega, colocado como presidente por la CIA, o en Husein, también colocado en el poder por EEUU y luego asesinado brutalmente por ese mismo país. 

Trump y la política exterior de EEUU son genocidas. No cabe duda, Sobran pruebas.